Carlos Bonil

Carlos Bonil es artista plástico y sonoro, y Magíster en Artes plásticas y visuales por parte de la Universidad Nacional de Colombia. Se ha desempeñado como docente en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, la Academia Superior de Artes de Bogotá, la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Bogotá), y la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá).

La obra plástica de Carlos Bonil ha sido exhibida a nivel nacional e internacional en espacios como el Museo Stenersen (Oslo), la Galería de Arte de la Universidad de York (Toronto), el 46 Salón Nacional de Artistas (Colombia), ARTBO | Feria Internacional de Arte de Bogotá, ARCO Madrid, la sala experimental El Parqueadero del MAMU | Museo de Arte Miguel Urrutia – Banco de la República (Bogotá), la Casa Museo Lope de Vega (Madrid), la Casa Museo Diego Rivera (Guanajuato), el Centro Cultural MOCA (Buenos Aires) y Casa Hoffman (Bogotá), entre otros. Asimismo, ha realizado intervenciones sonoras en escenarios como el MAMM | Museo de Arte Moderno de Medellín, The Box Gallery (Los Angeles), Madame Claude (Berlín), MIR (Oslo), y el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá), entre otros.

Bonil trabaja con objetos obsoletos que poseen una carga histórica, emocional y física. Sin excluir del proceso a la pintura ni al dibujo, recurre al ensamblaje como técnica predilecta para construir el grueso de su obra. Malentiende las imágenes bidimensionales (a propósito o no), en busca de subliminales, mientras tanto la tridimensionalidad le permite convertir muchos objetos del mundo en piezas que se pueden ensamblar entre sí, por coincidencias de tamaño, forma y color. También piensa en la representación metafórica de los animales como parte de la construcción humana del mundo.


Nones. Parte de la exhibición El órgano excedido
Ensamblaje con luz, motor y mecanismos
Dimensiones: Variables; 2023
© Casa Hoffmann 2025

Nones

Estos artefactos fueron concebidos para el exceso, para saturar lo perceptible y devorar los bordes imaginarios del espacio. Con un astigmatismo incorporado de fábrica, el artista recurre a lentes, lupas, filtros y espejos. Soluciones sofisticadas para necesidades absurdas. Aparatos voluminosos, torpes, ruidosos, molestos. Se despliegan sobre las paredes, a medio camino entre lo sólido y lo etéreo. Sistemas de proyección inventados hace siglos que, aún hoy, nos siguen provocando asombro y misterio.