Juan Betancurth
Juan Betancurth infunde en su proceso de creación de imágenes un valor escultórico que proviene de sus investigaciones sobre el poder y el deseo. El uso de diferentes medios le permite operar en una práctica amplia: escultura, video, sonido, performance y fotografía. Con el uso y la reutilización de ciertos objetos y dispositivos encontrados, como ganchos, herramientas, pieles de animales y trozos de vidrio, por ejemplo, los cuales coloca ya sea como personajes dentro de sus instalaciones o como detonantes de performances, genera lo que él mismo define como una economía psíquica de formas. Estas formas son precisas y sugestivas, con una dualidad que navega simultáneamente entre objetos fetiches y herramientas funcionales, extraídas de su repertorio entre la memoria y la fantasía.
Betancurth se interesa por la deconstrucción de los arquetipos culturales para crear nuevos conceptos sobre el objeto, el cuerpo, el género y la identidad. Sus instalaciones, esculturas, videos y acciones son, a menudo, oportunidades para habitar espacios y promover nuevas interacciones con el público, despertando una curiosidad morbosa que fomenta interacciones espontáneas con su obra.
Esta obra surge de una investigación sobre el territorio de lo oculto y las representaciones simbólicas presentes en prácticas esotéricas, así como en las acciones performáticas derivadas del ritual. A partir de esta exploración, propongo 33 x {2}, un código numerológico que conecta con el plano espiritual (33), reflejado en sí mismo (2). Este código es, además, una invitación a que sea leído y decodificado desde la intuición del observador, basándose en su propio repertorio simbólico interno, más allá de un sistema cerrado de significación. De este modo, busco arrebatar la experiencia metafísica de la exclusividad de quienes se autodefinen como poseedores de poderes espirituales.
Los elementos presentes en cada placa están diseñados con un sistema de geometría básica (triángulos, cuadrados, círculos, espirales, entre otros) que puede ser interpretado por cualquier persona, independientemente de su nivel educativo, idioma o formación previa. Además, las placas están grabadas en bajo relieve para que sean accesibles a personas con limitaciones visuales.
33 x {2} se presenta, entonces, como un oráculo que invita al observador a asumirse como médium con «poderes oraculares»: la capacidad de transformar formas en acciones. Este juego de placas funciona como un set de herramientas para ser interpretadas y manifestadas a través de movimientos corporales, juegos vocales, improvisaciones sonoras o estados reflexivos, resultado de una observación inmersiva de la obra.
Concibo al observador como un médium y un oráculo en sí mismo. Por ello, este set de placas también ha servido como matriz para la creación de un deck de improvisación oracular.