Nadín Ospina

Bogotá, Colombia. 1960. La obra de Nadín Ospina ha estado siempre enfocada al análisis de los matices culturales de su tiempo. Desde el entorno latinoamericano, la confluencia de culturas y su singular devenir histórico, el artista plantea una propuesta reflexiva y crítica de este contexto, no exenta de elementos emocionales, dramáticos o paródicos. Ospina se ha referido a su obra como un “autorretrato social”, y en este sentido su trabajo está permeado de la inestabilidad de un entorno en crisis, en que confluyen tradiciones vernáculas e influencias mediáticas que ponen de manifiesto tensiones políticas, económicas y culturales. Sus piezas de cerámica, piedra, bronce y resina son un referente icónico del arte contemporáneo de América Latina.

Tomado de El Museo

Príncipe de las flores

Talla en piedra de San Agustín
Dimensiones variables, 2001

© Casa Hoffmann 2025


Príncipe de las flores

Talla en piedra de San Agustín
Dimensiones variables, 2001

© Casa Hoffmann 2025

El trabajo de Nadín Ospina nos permite apreciar la forma más sutil de violencia de la representación: la capacidad de apropiación y superposición de los acervos y tradiciones culturales por parte de los núcleos de poder de la imagen y la comunicación en esta era de cultura global. La imagen «Disney», o todas las formas actuales de dibujos animados con su esquematismo y eficacia comunicativa, contaminan y se funden con los universos rituales y religiosos de la imagen, llevando incluso éstos a un único código de representación.

Príncipe de las flores (2001) es una escenografía del museo contaminado, un registro subversivo de la imposibilidad de sustraerse al dominio del espectáculo. Tanto en la forma de presentación, como en el propio cuerpo de la imagen, todo se impregna del espíritu del parque temático de diversión de masas. También el museo, e incluso el que parecía menos contaminable por su temática, el museo arqueológico.